Soñando-Despierto

domingo, julio 08, 2007

El Patriotismo - por Federico García Lorca

Franquito y Millán: los gamberros del ¡Viva la Muerte!-¡Muera la inteligencia!

(Federico García Lorca fue asesinado en Granada en 1936)

¡Cuántas veces nos han hablado del patriotismo...! Siempre hemos entendido desde niños al patriotismo por un sentimiento que tiene por espíritu a un trapo de colores, por voz una corneta desafinada y por fin defender las tumbas, las casas etc., de nuestras familias. Los encargados de danzar ante el sacro fuego de sus ideas son unos señores muy ordinarios con bigotes tiesos y voces campanudas que nos hacen a los jóvenes besar una cruz infame formada por la bandera y una espada; es decir la cruz de las tinieblas y de la fuerza. Hay que pensar para que sirve toda esa multitud de muñecos grotescos que son sacerdotes del patriotismo y que van arrollando a la dulzura y al amor. No se puede concebir por qué todo un pueblo se lanza contra otro únicamente por esta pasión... En España nos la damos de muy patriotas. En la escuela nos dicen: "España es nuestra segunda madre y el Rey su representante" , es decir, su maniquí... y nosotros mirábamos al maestro que, encendido el pecho de entusiasmo, nos decía :"Es nuestra segunda madre. Vosotros como buenos hijos debéis dar hasta la última gota de vuestra sangre" (ésta es la frase de cajón...). Paseábamos por la calle y al fondo de ella aparecía el ejército brioso, marcial, marchando elegante al son de una sinfonía bélica... y nos daban escalofríos, autosugestionados por el medio ambiente y nos descubríamos ante la bandera con un no sé qué. Indudablemente los tramoyistas de la vida nacional preparan admirablemente los efectos. Producen emociones involuntarias valiéndose del aparato y de la música. Hay que confesar que la fastuosidad y la etiqueta mezclada con sones apabullantes de músicas produce en las muchedumbres el vértigo. Primero el gran aparato de las armas les produce el miedo y el asombro y luego las músicas les sugieren los sentimientos amables... porque nada como la música comprendida por muchas almas al a vez para formar una sola en una sola voluntad. Es el efecto que recibe la multitud sin darse cuenta. Hay que ir contra esas exhibiciones llenas de lástima y con los oídos del alma tapados como Ulises se tapó los suyos para no caer en la tentación de las hadas del mar... ¿De qué se valen las congregaciones religiosas sino de la fastuosidad y de la riqueza para atraer a la multitud?. Saben muy bien que la masa es muy impresionable y le hacen postrarse ante el brillo del oro. Y se da el caso raro de gentes que comprendiendo lo ridículo e imbécil de dichos actos asisten a ellos para recrearse en su solemnidad y teatralidad. En la idea de patriotismo se supeditan las pasiones, el amor, la caridad y la dulzura a la flor áspera y punzante del deber... Es la idea fin del patriotismo convertir muchas almas en cuerpos... Las creencias individuales, sus apasionamientos, sus amores quedan supeditados a la voz de un hombre que grita muy grave: "Ordeno y mando", y lanza los cuerpos unos contra otros porque las almas volaron al comenzar la tragedia. Es necesario, preciso que las multitudes se despierten llenas de amor y caridad. Es preciso acabar con lo inútil de las ideas patrióticas. El patriotismo es uno de los grandes crímenes de la humanidad porque de sus senos podridos por el mal surgen los monstruos de la guerra. Por patriotismo los hombres han caído en las negruras de la muerte. Por patriotismo la verdadera patria fue deshecha y escarnecida. Por patriotismo nacieron los males de la tierra. Por patriotismo fueron los hombres odiosos y crueles... Las banderas son los símbolos de la oscuridad y la negación de Dios... Al hallarse los hombres divididos pusieron el ideal de su bienestar [?] sobre esos trapos de colores que flotan como orgullos con forma sobre todo el mundo. Desde la escuela, en vez de enseñarnos a amarnos y ayudarnos en nuestras miserias, nos enseñan la deplorable historia de nuestros países salpicados de sangres, de odios, y nos dicen: "Aprended a matar a vuestros enemigos. Mirad. ¿Véis este retrato? Pues es Felipe II, que quemó 8.000 herejes. ¡Admirad este otro! Es el Cid Campeador, que luchó contra la cruel morisma y que en Valencia asesinó a muchos hombres... Y éste es Santiago, patrón de España, que luchó contra los moros y los exterminó.". Las almas de los niños se educan en ese ambiente de fuerza y de crueldad y llegan a considerar muy afligidos, aunque sin darse cuenta, al Dios de las batallas... "ya lo sabéis, niños – exclama el maestro -. Dios crió a los hombres para amparar exclusivamente a nosotros, a los cristianos...". Y todos los niños se acostumbran a ver en las demás razas una humanidad inferior y digna de ser exterminada. En las escuelas n vez de enseñar el triunfo de la verdad sobre la fuerza enseñan la apoteosis de la crueldad y la razón espantosa de la fuerza... Todas las historias de los pueblos tan llenas de horrores sirven de guía a la juventud en vez de ampararse en la inefable luminosidad del Evangelio de Jesús. Desde nuestros primeros años nos predican la guerra como cosa necesaria para la gloria de la patria. El patriotismo borró de la historia a los espíritus débiles pero llenos de amor... Cuando en la historia nos quieren hablar de Dios, aparece la espantosa Inquisición. Cuando de formas de pedir misericordia, aparece aquel formidable espíritu del mal llamado Domingo de Guzmán. Cuando nos hablan de la fe en el más allá, nos enseñan la execrable figura del rey Carlos, el encantado por Barrabás. El maestro se levanta y dice: "¡Amar a España! En sus dominios no se ponía nunca el sol". ¡Ay, nuestras gloriosas tradiciones!. Todas incubadas en la maldad y amparadas cobardemente a la sombra augusta de la cruz... España tomó para encubrir sus maldades a Cristo crucificado. Por eso aún vemos su ultrajada imagen por todos los rincones. Con el nombre de Jesús se tostaban hombres. En el nombre de Jesús se echó a la ciencia de nuestro suelo. Con el nombre de Jesús ampararon infamias de la guerra. Con el nombre de Jesús inventaron la leyenda de Santiago guerrero. Toman la luz y la hacen oscuridad. Toman la paz y la hacen luchas. Toman la gloria del amor eterno y crean la fuerza para amordazar conciencias. Éstos son crímenes de lo que llaman patriotismo. Éstas son aureolas de la bandera española. Todas las banderas de todas las naciones están nimbadas de sangre mártir que no dio la fuerza que según los reyes debió dar. ¡Ay, Dios mío! ¿Hasta cuándo hemos de invocar a nuestras tradiciones...? Porque aquí en España pocas veces se nombran en las escuelas aquellos hombres suaves y plácidos que predicaron la paz por las mesetas castellanas y no los mientan por considerarlos malos españoles indignos de pertenecer a este desventurado país. Nuestra tradición guerrera no significa nada, puesto que el presente no dio su utilidad. ¿Q qué oscurecer la conciencia con los recuerdos de sangre? Debemos de formar en las escuelas ciudadanos amantes de la paz y conocedores del Evangelio. Debemos de crear hombres que no sepa que existió el desdichado de Fernando el santo ni Isabel la fanática ni Carlos el inflexible ni Pedros ni Felipes ni Alfonsos ni Ramiros. Debemos de resucitar las almas niñas contándoles que España fue la cuna de Teresa la admirable, de Juan el maravilloso, de don quijote divino y de todos nuestros poetas y cantores. Ocultar a los niños que tuvimos reyes fraticidas y sanguinarios. Borrar de las conciencias el admirado gran capitán y echar el velo del olvido sobre el pasado. Que en las escuelas en vez de decir cantando "a Felipe I sucedió Felipe LL", que griten los niños "Y nació Cervantes y Fray Luis". Inculcar el amor a toda la humanidad en los niños y el odio a las espadas y a los escudos.. y que una mañana , mañana con arreboles de sol glorioso y perfumes de verdad y justicia, vayan todos los niños en procesión a los campos con las manos llenas de rosa y claveles y que se detengan frente a un gran monte de libros de nuestra historia que esté ardiendo con gran furia... y los niños cantarán el amor de la humanidad. Luego que sea el monte ceniza, que arrojen sobre él las flores y de ellas surgirá el milagro. Un evangelio gigante se abrirá y los niños leerán el consuelo para la vida... y del horizonte brotará la aurora de una paz infinita. Hay que arrancar las nefastas ideas patrióticas de la juventud como hay que arrancar a los patrioteros por honor a nuestras madres el concepto de la patria madre. ¡Nunca puede ser madre nuestra la que según decís tenemos que dar hasta la última gota de nuestra sangre por ella ¡ Ella nos lo manda y eso no lo ordena ninguna madre. Vosotros los que empuñáis eternamente las armas en vez de empuñar el arado o alguna cosa santa y útil no sabéis lo que es una madre. Las vuestras al permitir que fuerais fratricidas ya dieron prueba de que no os sintieron en sus entrañas. ¡No, señores luchadores de oficio! ¡No! ¡No! Y ¡No! Las madre que poseemos son la que nos dio el ser y la de todos los hombres. La humanidad. ¡No, caballeros de bufido y la espuela ¡ La madre es el amor gigante, la piedad, el sacrificio. El único amor verdadero que posemos en la vida. La madre es la compasión, la luz, el beso de Dios. La madre es el cuerpo del cual somos alma y corazón. ¡No, patriotas oscuros, la patria no es nuestra segunda madre! En todo caso una madrastra como la de Cenicienta. Lo que nos envía a matar hombres contra la razón no puede ser madre. Hay que ser hijos de la verdadera patria. La patria de amor y de la igualdad...

INVOCACIÓN

¡Ay, desdichada España! País de negruras, de fuego y horror. Apoteosis de la imbecilidad dirigida por curas lujuriosos, toreros, chulos, prostitutas sin alma, ladrones de frac e ignorantes de fe. ¡Ay, divino país de colores, de apasionamientos, de sonidos y religiosidad campestre! ¡Ay! ¡Ay, tierra mártir de unos cuantos espectros del mal que manan en tus ricos senos tu pureza y tu hermosura! ¡Ay, pueblo débil y durmiente que has asesinado a Alonso Quijano el Buelo! ¡Ay, multitud fría y sin alma que abandonas a los Cristos que salen salen a redimirte...! ¡Ay, moribunda España! Hombres sin sangre y sin bríos amordazados or los vampiros de la noche de la razón.. Desdichado país cubierto de cipreses de muerte... Estabas hundido en los ponzoñosos lagos de los crímenes políticos y unos caballeros andantes del bien te quisieron salvar ... ¡Ay, y no pudieron porque tu corazón no se despertó del todo y volcaron sobre él la fuerza eternamente injusta! ¡Ay, mártires de las ideas de la fraternidad calumniados por los eternos comediantes del mal! Nubes de apasionamiento y romanticismo que os disolvieron antes de que escanciarais vuestros perfumes. Hombres de todo corazón que pasasteis un calvario de dolor entre los que se llaman patriotas. Espíritus de amistad y de bienestar, que os cortaron las alas en el primer vuelo gigante. Caballeros pregones del humilde que quisisteis escribir la salvación sobre el cadáver de España... Amaneceres de juventud que cubrió con su manto ignomioso la vejez desastrosa. Sacrificados de vuestros sentimientos que abandonasteis vuestro bienestar del hogar por amor a vuestro pueblo. ¡Admirables valientes de la verdad! Ya lo veis, los que ordenan las cosas de vuestro país os arrojan tonsurados y disfrazados con el traje afrentoso sobre un lago de horror para toda vuestra vida. ¡No! ¡No! ¡Mártires! ¡Cristo! ¡Quijotes! Imposible. Vuestro pueblo rugirá: aún es león. ¿Dónde están los poetas para que lloren? ¿Por qué senda se perdieron los ecos del español todo pasión? ¡Admirables caballeros de la igualdad, el divino poeta Hugo está llorando por vosotros en el infinito!

FEDERICO GARCÍA LORCA

Carta de uno de los asesinos de Lorca relatando el fusilamiento
"Abrazaba los brazos al cielo, pedía clemencia...¡cómo nos reíamos!"

Carta íntega de Manuel Luna a Melchor Fernández Almagro

Muy señor mío y correligionario: Ayer estuve en la embajada y saludé al sr. Lequerica y al sr. Zulueta. Allí encontré a mi amigo el dr. Marañón y salimos juntos. Estoy algo enfermo y quería que me reconociera. Fuimos a su casa de Passy. Yendo en el Metro, sacó un número de “La Vanguardia” del bolsillo y me dio a leer un artículo de V. -“Genealogía de los rojos”- que me ha entusiasmado. Me dijo que le había gustado muchísimo, que le servirá de base y argumento para un trabajo suyo de los que envía a “La Nación” de Buenos Aires. Agregó que tiene V. toda la razón, que todos los izquierdistas de España han sido siempre unos criminales sedientos de sangre y no otra cosa, que el liberalismo, el republicanismo, el socialismo y el acratismo en España no han tenido jamás una sola figura y solo tontos explotables y bandidos explotadores, sin que haya habido entre ellos, desde los comuneros a Negrín, nadie digno de respeto o siquiera mención. Le repito que estaba entusiasmado con su artículo de V. y creo recordar que me dijo que había hablado de él con Lequerica y que éste fue de opinión de que debía ser reproducido por la prensa madrileña.
V. quizá no se acuerde de mí. Soy Manuel Luna, de los Luna de Antequera. Yo le conocí en Granada cuando era V. de las Juventudes Católicas. He vivido todo el glorioso movimiento primero en Granada, luego en Zaragoza y algún tiempo en Oviedo, después de la llegada de la columna de socorro gallega. En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios… Y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médico), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia. Algunos días después cogimos al gran canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas!Pertenecí a la ronda depuradora de Ruiz Alonso. Pero como le digo tuve que irme por asuntos particulares a Zaragoza y después a Oviedo. En ambas poblaciones ayudé también a la depuración. En Oviedo pasé un rato muy agradable viendo fusilar al miserable de Leopoldo Alas Argüelles, el hijo del repugnante Clarín. Ahora estoy en París y me río mucho viendo el miedo que tiene esta canalla francesa a los alemanes e italianos. ¡Qué diferencia entre nuestra gloriosa España nacionalista y esta Francia corrompida, podrida hasta los tuétanos! Por algo dice Marañón que aquí se ahoga y que está deseando verse en Madrid lo más cerca posible del Caudillo…
Volveré a Madrid pronto y espero hacerle en breve una visita en «Ya». Reciba el afecto de su amigo y paisano.

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La Dignidad

Familia de Amadeo Gracia. Exilio Republicano. Frontera Hispano-Francesa. Febrero 1939

"Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides, hijo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que de verdad, se han alzado, sin nada, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola Justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides."

Max Aub, Campo de Almendros.

CON EL CORAZÓN A LA IZQUIERDA (O POR QUÉ SER DE IZQUIERDAS)


Es conveniente plantearse, periódicamente en la vida, el porqué de nuestras convicciones más personales, aquellas que nos definen como personas diferenciadas ante la sociedad de la que formamos parte y que ayudan a comprender las motivaciones profundas que subyacen en nuestro quehacer cotidiano más noble. Convicciones que nos permiten explicar por qué llevamos el corazón a la izquierda desde un punto de vista que va más allá de lo meramente físico, es decir, metafísico.


Recordando lo que escuché a alguien que explicaba el motivo de ser republicano, creo que su porqué es el mejor punto de partida para todos los demás porqués: "porque soy un ser humano". Exactamente. Porque soy un ser humano que sabe que lo es (y que por tanto no es máquina ni animal irracional ni cosa) comienzo a descubrir mis preciados e irrenunciables atributos: mi libertad, mi inteligencia, mi sensibilidad, mi responsabilidad, mi humanidad en suma. Y todo hombre es, no hace falta que nos lo diga ningún filósofo, un animal político, lo que significa que los asuntos de la polis (de la comunidad inmediata en que vive) no le son ajenos. No le son ajenos, como nada humano puede serlo para él.


La polis la construimos entre todos y es el resultado de lo que todos nosotros aportamos y somos. Precisamente, he ahí algo que empezamos a descubrir desde que somos pequeños (nuestra dimensión social) y que va madurando en nosotros a medida que crecemos: que no somos en soledad e individualidad, sino que somos asimismo en comunidad, colectivamente, socialmente. Así pues soy hombre y no estoy solo, sino que convivo con otros iguales a mí en derechos (aunque cada uno con una personalidad propia que haré muy bien en respetar).


Todo esto tiene consecuencias que conviene pararse a reflexionar. De lo que yo haga en uso de mi libertad se deriva un beneficio o un perjuicio para la comunidad, así que conviene que desarrolle un sentido de responsabilidad. Y esto no sucede en abstracto, de mi solidaridad o egoísmo dependen cosas muy concretas y reales a varios niveles concéntricos dentro del colectivo humano del que formo parte: el vecindario, la ciudad, el estado. La política es el cauce para que todos nosotros, hombres y mujeres, organicemos nuestras relaciones sociales, económicas, civiles y de todo orden. Y merced a la política, que emana de nuestra naturaleza libre y responde al anhelo de promoción racional de un bien común, vamos a hacer todo esto de acuerdo a unas normas civilizadas, jurídicas y ajustadas a la recta razón. La política nos ayuda a construir una civilización socializada.


Por lo tanto, soy hombre entre otros hombres y me doy cuenta de que mi libertad conlleva una responsabilidad. Me doy cuenta de la importancia que tiene la dimensión de lo colectivo, de lo que no sólo es mío, de lo público en definitiva, en mi vida y en la de mis semejantes. Veo la necesidad de articular civilizadamente las relaciones entre los hombres en un foro público que facilite la capacidad de cada uno para expresarse y para actuar en favor de un bien no particular sino común, cuyos efectos mejoren la vida y el futuro de la comunidad en su conjunto. El egoísmo individualista sólo puede perjudicar.


La política me hace ser plenamente humano entonces en muchos sentidos. Al mismo tiempo, es fácil ver que la política debe ser plenamente humana si quiere ser lo que está llamada a ser. La política, además de ser necesaria, emana de una voluntad de servicio. Es decir, que aun siendo verdad que la política si no existe, no queda más remedio que inventarla, y aun siendo igualmente muy cierto que la política nos hace crecer en civilización y participación social, la política ha de estar vinculada a una voluntad de servicio. Ello está ligado a la idea de "bien común": obteniendo el bien común también consigo el mío propio, pero mi quehacer político no se fundamenta en este último ya que a menudo habré de renunciar a lo que me beneficia particularmente en el corto plazo por lo que nos beneficia a una mayoría de forma continuada.


Pero todavía no llegamos a decir por qué elegimos la Izquierda como paradigma preferido de nuestra definición política. Sí hemos visto, sin embargo, la importancia que revisten varios ejes: lo colectivo como óptica necesaria para no caer en la insolidaridad y como elemento imprescindible para organizar nuestra “polis”, el bien común, el respeto a quienes reconocemos iguales en derechos piensen o no como nosotros, la idea de libertad en un marco de civilización que me hace ser más porque pienso en el otro, el acento en lo específicamente humano frente a cualquier forma de alienación.


Añadamos ahora a todo ello, una fe inquebrantable en la necesidad de proclamar y defender siempre unos Derechos que todos hemos de tener por el mero hecho de ser humanos y una aspiración esperanzada y fundada en una sociedad modélica por perfectamente humana que llamaremos Utopía. Creeremos también que el bien que buscamos para todos, desde nuestra comunidad más o menos pequeña, debe aspirar a hacerse mundial, derribando fronteras y prejuicios en un proyecto realizable de hermandad universal. Nuestro movimiento será entonces necesariamente internacional porque reconocerá como sola patria aceptable la humanidad. Y es que en el centro de nuestro ideal político está un verdadero humanismo que aglutina nuestra mente y nuestro corazón en una preocupación verdadera por cada ser humano.


A la idea central del valor de lo público-colectivo, debemos añadir finalmente otra idea esencial y diferenciadora: la idea de progreso. Un progreso que se basa en lo ya alcanzado, por tanto un progreso constructivo. Pero un progreso también radical y rupturista, donde muy a menudo no se trata de reformar ni menos aún de conservar esquemas caducos, injustos y digámoslo claramente, antihumanos. No somos conservadores, apuntaladores de un orden y un status quo injusto, sino que vamos a construir entre todos un progreso de todos y para todos. Otro mundo, radicalmente diferente, es posible.


Pues bien, es la Izquierda, la Izquierda de verdad que se reconoce como tal, la que ha perseguido siempre, como lo sigue haciendo hoy, estos objetivos y valores. Una Izquierda jamás excluyente, pero siempre valiente en sus denuncias. Una Izquierda exigente en primer lugar consigo misma, pero también y de forma muy especial con quienes, habiendo sido democráticamente elegidos, tienen el deber irrenunciable de velar y defender a toda costa el bien común y los logros sociales y por tanto humanos, logrados tras siglos de lucha por la utopía y la civilización. Una Izquierda que no puede renunciar jamás a la Utopía como ideal de comunidad humana y una Izquierda valiente, comprometida en las ideas y en la praxis con los que menos tienen en una sociedad que queremos igualitaria, libre, solidaria y fraterna. El ideal que perseguimos, al que aspira de forma natural el corazón y la mente de todo hombre no desnaturalizado, puede parecer imposible de realizar. Lo que importa es ante todo el camino hasta él, los inmensos beneficios humanos que cosecharemos al emprender y avanzar por ese camino que recorreremos por la izquierda, ¡si es que queremos adelantar!



La Izquierda debe combinar el análisis cuidadoso de las relaciones dialécticas profundas que explican la realidad social y económica, (la teoría es importante si se tiene presente a las personas a las que pretende servir) con la praxis y la acción efectivas. La Izquierda aborda los conflictos humanos aportando soluciones siempre en la dirección de dar satisfacción a un anhelo de Justicia que se encuentra ya en la conciencia de cada hombre por el hecho de serlo.


Para la Izquierda no puede haber Utopía si no se persigue alcanzar una justicia verdadera que de a cada cual lo que le corresponde según su humana dignidad, eliminando diferencias artificiosas e interesadas.


La Izquierda debe sacudirse todo complejo porque tiene muchos motivos para sentirse orgullosa por su lucha, que es la lucha misma de la humanidad entera. La Izquierda es la vanguardia dinámica necesaria de la sociedad, siempre su motor (no excluyente de que pueda haber otros factores dinamizadores) y nunca su freno. Progresamos gracias a todos y para todos. La Izquierda debe tener en cuenta la importancia de sumar las fuerzas de todos los colectivos y de todas las personas, viendo siempre el rostro humano de ese esfuerzo y de quienes lo impulsamos. Por ello, siempre en diálogo sincero y respetuoso con otras fuerzas vivas aunque diferenciadas de ella misma, que luchan por los mismos o complementarios fines, la Izquierda procurará ir de la mano de estas fuerzas en la transformación del mundo, sin renunciar nunca a su propia identidad.



La Izquierda no es una secta iluminada que busca redimir prometiendo paraísos irrealizables. Precisamente porque la Izquierda tiene sus raíces bien plantadas en la realidad humana de la que se nutre indefectiblemente y a la que busca servir, apela a la conciencia de cada hombre para que no permita más injusticias y sufrimientos innecesarios. La Izquierda es realista tanto como idealista, realista precisamente por ser idealista, de hecho es materialista en el sentido considerar la realidad material en el devenir de la historia por encima de consideraciones etéreas evanescentes. La Izquierda es hija y fruto de una humanidad en progreso ascendente y, a su vez, sirve para impulsarla más allá siempre, en un flujo y reflujo dialéctico sin fin. La Izquierda, por progresista, ve el camino de la humanidad no como un círculo inútil sino como una flecha cuya diana ha de ser la Utopía. Cada fracaso es tomado por la Izquierda críticamente como el acicate para un nuevo y mejor impulso, creando así una espiral que asciende progresando.


La Izquierda está llamada a ser el catalizador de todo lo mejor que la humanidad encierra en sí, llevando a las personas a realizarse plenamente en compañía, contribuyendo a dar un sentido a su paso por esta vida y este mundo. La Izquierda, crítica en el pasado con los poderes que no buscaron la libertad del hombre sino que lo sometieron a sus designios inconfesables, es tolerante con todo aquello que no se opone a la realización temporal y trascendental de la persona humana. La Izquierda, respetuosa de las conciencias personales, promueve el estado laico y aconfesional que garantice a todos la libertad de pensamiento y religión. La Izquierda no es, pues, incompatible con una espiritualidad que verdaderamente respete la libertad y autonomía de las personas. De hecho, la colaboración entre cristianos y gente de Izquierdas ha sido y puede ser particularmente fecunda, en los numerosos puntos comunes de encuentro que se dan entre ambos ámbitos.


Libertad y democracia son las banderas de la Izquierda. La Izquierda no se identifica con los totalitarismos que en el siglo veinte sometieron a millones de seres humanos o los aniquilaron directamente. Para la Izquierda, las ideas absolutas están obsoletas, y las ideas reaccionarias-conservadoras en trance de extinción. Así, la Izquierda por definición lucha contra todo y cualquier totalitarismo y ha de ser singularmente combativa con aquellos que pretenden disfrazarse de "Izquierdas". En particular, la Izquierda no se reconoce en los crueles experimentos totalitarios llevados a cabo en Europa oriental y que llevaron a la división del continente y la violación por parte del Estado de los Derechos Humanos ni tampoco se reconoce en ninguna dictadura totalitaria que pueda darse en cualquier parte del mundo. La Izquierda, o es democrática y defiende la libertad, o no es Izquierda.


La Izquierda aprende, como ya se ha dicho, las lecciones que la Historia proporciona, esforzándose particularmente en comprender cómo procesos revolucionarios, iniciados para desembarazarse de la tiranía, terminaron en tiranías si no mayores, sí igualmente ilegítimas y execrables. La Izquierda condena pues sin ambages a los líderes que violan los derechos humanos y persiguen la libertad, los condena con el mismo ardor que a los imperialismos de ayer y de hoy que pretenden disfrazarse de estados modernos, democráticos y libres. La Izquierda, entendámonos, condena por igual una ejecución firmada por Bush que una firmada por Castro, no teniendo ello nada que ver con la petición, fundamentada en la Justicia y la humanidad, del fin del embargo a un pueblo castigado siempre inmerecidamente. Particularmente, la Izquierda jamás promoverá la pena de muerte ni el exterminio de ningún ser humano, a diferencia de algunos de sus adversarios políticos.


La Izquierda, cuando es tal, está al lado de los más débiles, desfavorecidos, perjudicados de la sociedad, reivindicando activamente sus derechos y luchando por sus intereses desde la calle y desde las instituciones. La Izquierda, históricamente y en su esencia, tiene ese compromiso con los colectivos de los que naturalmente emana como sujeto político. La sociedad de clases no la ha creado la Izquierda, más bien la Izquierda lucha contra esa discriminación social de las personas, que nace de las diferencias económicas injustas. La fraternidad que propugna la Izquierda se hermana así con un igualitarismo necesario, justamente realizado en un marco de libertad. La Izquierda, defensora pues de los pobres y de todos lo derechos humanos ha de ser también la defensora de la libertad y, en el campo político, de la más amplia participación ciudadana para lograr una democracia cada vez más perfecta. La Izquierda promueve la participación de todos en las decisiones que a todos afectan, porque entiende el peligro, siempre presente, de que unos patrimonialicen para defensa de sus intereses lo que es propiedad de todos: el sistema democrático.


La Izquierda entiende que el mundo en constante cambio requiere respuestas nuevas frente a nuevos desafíos, pero siempre desde la defensa de los valores humanos que están en la raíz del espíritu de Izquierdas.


Soy de Izquierdas porque creo absolutamente que, para la humanidad, la humanidad es sagrada. Lo soy porque creo que más allá de coaligar meramente estados y pueblos se trata de unir personas. Como Azaña y Platón, creo en una república de hombres libres, donde la libertad podrá darles o no la felicidad, pero los hará sin duda hombres. Y soy de Izquierdas porque creo que la modernidad y el progreso, más que en la tecnología o la ciencia, están en la centralidad del ser humano. Creo en una Izquierda que tenga, en el centro de todas sus preocupaciones, a la persona humana. Creo en la Izquierda porque creo que es posible otro mundo, y ser de Izquierdas supone para mí un compromiso personal y solidario en construirlo colectivamente. Soy de Izquierdas porque abogo por acabar con lo que separa y divide a unos hombres de otros, impidiendo a la humanidad alcanzar su perfección colectiva. Soy de Izquierdas porque creo que mientras no haya justicia debe haber lucha. Soy de Izquierdas porque me parece esencial luchar contra el poder del dinero y el capital, siendo éstos el símbolo más notorio del egoísmo y la insolidaridad. Porque, ciertamente el afán de riqueza particular o privada es lo que mantiene divididas a las personas, iguales por naturaleza, en clases económicas artificiales y antihumanas. La lucha de clases y la alienación del capital es culpa sólo de quienes se empeñan en perpetuar la injusticia arrebatando a todos lo que la tierra y el trabajo producen. Es esencial admitir que para aliarse con el ser humano, para tomar partido por las personas y estar de su lado, hay que romper con el dinero. Si elegimos lo humano, rechazamos con valor al dinero.


La Izquierda es ¡claro que sí! Esperanza. Y desde esa esperanza la Izquierda quiere hacer bien las cosas, con esmero y eficacia. Otros se proponen como paladines de la eficacia, pero la verdad es que la única eficacia admisible por estar llena de contenido humano, la única eficacia que anhelamos tiene que surgir de las fuerzas más vivas y vanguardistas de la humanidad y éstas han venido estando y estarán siempre del lado del progreso. La Izquierda tiene como misión irrenunciable tensionar como un arco a la humanidad, hacia el límite de sus mismas y últimas posibilidades. Exigirse lo mejor a uno mismo, como exigírnoslo colectivamente todos juntos, nunca es un empeño estéril.


La Izquierda es Poesía y Cultura. La Izquierda cultiva necesariamente la sensibilidad que nos hace humanos y nos llena de ganas de vivir, crear y transformar. Poesía comprometida y liberadora, cultura para todos y entre todos. La Izquierda ha sabido siempre expresar su mensaje liberador desde el arte, la cultura y la educación.


La Izquierda es Educación. La batalla por la paz, por la ecología, por la justicia, por la igualdad, no se pueda ganar sino desde la educación, desde la inteligencia, desde el ejemplo vivo. Un modelo de educación que garantice las mismas posibilidades a todos, potenciando lo mejor de cada uno, y basado en el pensamiento crítico e independiente y el respeto a la diversidad.


La Izquierda emancipadora es una celebración de la Vida. Nada más vivo que aquello que se niega a sucumbir al desánimo y a la desesperanza ante un mundo plagado de injusticias y dificultades. La Izquierda vislumbra, lanzada como está hacia el futuro, un mundo que nada tiene que ver con lo que ahora tenemos salvo en que lo disfrutarán hombres como nosotros. La vida que encarna la Izquierda no se dejará envenenar ni por el poder del dinero contra el que claramente lucha, ni por la amargura de los que se dan por vencidos antes de tiempo. Esta es la Izquierda viva, la Izquierda de calle y barricada, de los movimientos espontáneos internacionales contra la tiranía y la explotación. Nuestra defensa de la vida es más amplia que la de muchos porque no nos quedamos en lo anecdótico ni hacemos demagogia: defender la vida es para nosotros exigir unas condiciones de igualdad y dignidad mínimas para todos y todas.


La Izquierda es Paz. Para la Izquierda no hay ejército admisible ni arma buena fuera del diálogo racional. Todos los ejércitos y todas las guerras han de concebirse como instrumentos anacrónicos a desmantelar de inmediato, que emplea nuestro adversario histórico, el capitalismo antihumano y criminal para mantener el status quo. Los ejércitos son los enemigos de la humanidad, los mayores superterroristas, asesinos de inocentes en nombre del miedo, del dinero y de sus banderas, símbolos sin valor alguno. Las patrias, ese último refugio de canallas y primates sin evolucionar, son ideas sin substrato real a desmantelar de las mentes de todos los hombres, porque nos dividen y enfrentan. La Izquierda no puede sino estar al lado de quienes luchan por la paz, una paz sin condicionamientos ni excepciones posibles. Ni guerra justa, ni guerra preventiva, ni guerra defensiva: ¡¡¡NO A LA GUERRA!!!


La Izquierda, por si lo anterior fuera poco, es Valentía. Es valiente al liberar de sus cadenas a los esclavos de ayer y de hoy, al luchar contra toda forma de sumisión. En efecto, la Izquierda es insumisa. La Izquierda niega la existencia de derechos históricamente adquiridos porque los derechos no se mendigan: se conquistan. La derecha es, por el contrario, manifiestamente cobarde: siempre tiene miedo, miedo a que le arrebaten sus privilegios, su poder, su dominio. La Izquierda no tiene miedo, no puede permitirse tener miedo porque si no, nunca alcanzaría sus fines legítimos. La Izquierda exige y conquista lo que es de justicia para cada ser humano y para todos: la Humanidad. Por eso no puede admitir ni que se le nieguen derechos ni que se le concedan meramente. La Izquierda aspira a alcanzar para todos lo que es de justicia, desde el poder democráticamente administrado, respetuoso con las libertades individuales y colectivas y con el interés común.


La Izquierda es federal, es decir, propone el pacto entre voluntades individuales (personas) y colectivas (pueblos e instituciones). La Izquierda mantiene que los poderes del estado emanan de los individuos a los que éste sirve, quienes los otorgan a las Entidades federadas (locales y regionales) y, éstas a su vez, al Estado en representación suya. Es decir que el Estado no delega funciones, sino que son las entidades locales y regionales quienes le delegan a él competencias en un proceso natural de abajo arriba. De esta forma, desde el respeto a la diversidad y pluralidad, garantizando únicamente la solidaridad (pero no impuesta, sino pactada) se construye país y Unión Europea. El Estado, verdaderamente, tendrá las funciones indispensables dejando a las administraciones más próximas a los ciudadanos, el peso y la responsabilidad de un eficaz servicio público. Ello no significa un Estado débil o pequeño, al contrario, proponemos un sector público tan amplio como sea posible, pero repartido generosamente entre administraciones distintas.


La Izquierda es laica (y entiende que una derecha democrática debiera serlo también). La separación entre el Estado y las iglesias es esencial en cualquier sociedad moderna, toda vez que defendemos que las creencias personales no pueden jamás superponerse ni confundirse con el interés general. Este carácter laico incluye también el respeto del Estado a la libertad de conciencia y de culto, tanto como el respeto de las confesiones religiosas al hecho de que los poderes públicos, que sirven a intereses generales y no particulares, no pueden ni deben ayudar ni al sostenimiento económico ni a la difusión, por ejemplo en la escuela pública, de doctrinas religiosas. Para el Estado, las confesiones religiosas, serán contempladas como asociaciones sujetas al Derecho privado y el sostenimiento de las mismas corresponde de forma exclusiva a sus propios fieles. Yo mismo soy cristiano, pero como ciudadano, veo meridianamente clara la necesidad de defender el carácter laico del Estado, ya que mis convicciones personales no deben imponerse desde ningún ámbito público. El caso de la educación pública es paradigmático: el Estado debe permitir la educación privada pero no financiarla ni subvencionarla salvo en lo que coincida con los contenidos generales que garantiza la educación pública. La escuela pública deberá educar también en valores de libertad, oponiéndose radicalmente a todo valor de sumisión. Es absolutamente necesario formar ciudadanos críticos con cualquier status quo y dispuestos a arriesgar para cambiar su polis y el mundo. Asimismo, los maestros de la escuela pública habrán de dejar en la puerta de la escuela sus convicciones religiosas y políticas ya que la escuela es un campo ideológicamente neutro donde se forman personas y ciudadanos y nunca fieles ni militantes.


La Izquierda no es… la derecha. Desde la Revolución Francesa, y aún antes, se confrontan dos visiones de la política y el mundo claramente contrapuestas. No es posible para ningún ciudadano responsable dejar de tomar partido y renunciar a este secular debate. El debate entre quienes optamos sin ambages por lo humano y quienes se adhieren sin disimulo al poder económico, militar y religioso. Desde la izquierda estamos dispuestos a desenmascarar a los verdaderos enemigos de la humanidad, los que estaban ayer y están hoy dispuestos a encadenarla y esclavizarla en nombre del éxito, del dinero y del poder. Los que quieren desnaturalizar a los hombres para que no tengan corazón ni conciencia, para convertirlos en máquinas de producir y consumir. Es necesario darse cuenta cuanto antes de que lo único real son las personas, y que el dinero es probablemente la más dañina y diabólica alucinación a la que hoy se ve sometido el hombre. Luchar contra el poder del dinero, desenmascarar su ausencia de valor porque es totalmente simbólico, es el paso necesario para liberar al hombre y revolucionar a la sociedad. Lo mismo cabe decir de la patria, por cierto. Las naciones y las patrias, la izquierda lo sabe, no dejan de ser meros esquemas mentales, sin realidad tangible salvo en tanques, misiles y tumbas. Toda frontera es una división arbitraria, maquiavélica y aún esperpéntica entre iguales, ciudadanos de un mismo mundo. Sin proclamar de continuo y con rotundidad estas verdades frente a un adversario poderoso, nunca cambiaremos en lo fundamental las bases de opresión y sumisión que han puesto de rodillas hasta ahora a la humanidad. La Izquierda, en nombre de la razón, la conciencia y el corazón de la Humanidad doliente entera, debe defender lo humano de lo inhumano, proporcionando justicia, consuelo y un nuevo modelo de existencia universal fraterna, igualitaria y libre. Y es que cada fibra de nuestro ser nos pide que actuemos así.


La difusión silenciosa pero efectiva, por parte del poder neoliberal de un pensamiento único, que no es tal porque verdaderamente se desmorona bajo el análisis de la razón, requiere una respuesta desafiante y positivamente subversiva por parte de las vanguardias de progreso de la humanidad. Una respuesta de resistencia activa mediante la defensa radical y sin complejos de otro modelo económico, político y social que pone en evidencia la estupidez y la insolidaridad que encierra el pensamiento único. Esa alternativa no es sólo posible sino indispensable y acorde con lo mejor de nuestra naturaleza humana, con nuestra razón y bondad. El modelo que defendemos, a diferencia del neoliberal (basado en la primacía del poder y el dinero por medio de la explotación, la violencia, la guerra y la destrucción), está basado en la centralidad del ser humano, en armonía con la naturaleza que es su hogar, con sus semejantes y consigo mísmo, en la Justicia y en la efectiva igualdad, en la democracia y la libertad.


La Izquierda no debe tener miedo de ser radical, alternativa, transformadora y rupturista en sus métodos y en sus propuestas cuando el salto hacia adelante en los derechos, en la democracia y en las libertades de hecho así lo exigen. Es verdad que la Izquierda cree que los derechos no se mendigan sino que se conquistan, sin excluir en todo caso el diálogo y el consenso. En particular, la Izquierda se enorgullece de su relación y diálogo con multitud de movimientos heterogéneos que, dentro del sistema social y económico presente o bien bordeándolo, se proponen superarlo para bien de todos o de los más débiles. Así, la Izquierda es necesaria y solidariamente también ecologista (verde), feminista (violeta), pacifista, antiglobalizadora y defensora de todas las opciones e identidades sexuales. Sólo en la medida en que la Izquierda incorpore las legítimas aspiraciones de estas vanguardias, podrá aspirar a ser motor de un cambio radical que transforme este mundo emponzoñado, lánguido e injusto en el mundo posible de la Utopía plenamente humana que queremos. ¡Adelante! ¡Todos siempre adelante!

ANEXO: FRASES A LA IZQUIERDA


Antes que de izquierdas, humano, siempre humano. Y por humano, de izquierdas.


La Patria es el último refugio de los canallas.


No sabía que era imposible, fue y lo hizo.


Sed realistas: pedid lo imposible.


Debajo de los adoquines, la playa.


El horizonte utópico siempre ha alentado el movimiento de la Historia.


Prohibido prohibir.


Preferimos el desorden si es libre al orden si es injusto. Cuidado con los paladines del orden. Cuidado con los gobernantes que elegimos, los que ahora hay además de mentirosos están enfermos.


El capitalismo está aquejado de una grave miopía del corto plazo.


La economía capitalista incumple el principio básico de racionalidad. Es una economía de casino


En su no-ser está el verdadero ser de españa.


No a la guerra. Militarismo=superterrorismo.

Otro mundo es posible.


Hermanos hombres, con vosotros estoy, por simple deber amoroso.


La guerra ha sido siempre un factor indispensable para el desarrollo capitalista.


El oportunismo es incompatible con el socialismo.


La explotación capitalista descansa en su visión de la “fuerza de trabajo” como una mercancía que produce un valor mayor al que consume en medios de subsistencia para el trabajador (plusvalía).


Es absolutamente seguro que podríamos erradicar el hambre y la sed en todo el planeta si nos lo propusiéramos.


El hombre es la libertad.


Quien sufre es la gente, no los gobiernos.


La enajenación supone el dominio de las cosas sobre el hombre, de los productos sobre el productor.


Pueblo es el elemento consciente, vivo, fecundo y fecundante de la Historia. Las masas son cosificadas y despersonalizadas.


En el arte de la política no se trata de reconstruir la historia pasada, sino de construir la presente y la futura.


La acción coherente exige ser guiada por una concepción del mundo, por una visión unitaria y crítica de los procesos sociales: unidad entre teoría y práctica, entre política, ética y filosofía.


Los jefes tienen alma de esclavos. Chateaubriand


Las derechas carecen de ideología: sólo tienen intereses

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¡¡¡Abajo el dinero!!!


  • Cuestionar la existencia misma del dinero. Por ser un sistema anticuado, torpe y grotesco de medición de valor, acumulación de riqueza (ninguna) e intercambio.
  • Restarle valor de forma contundente y radical.
  • Negar incansablemente tal valor, mostrando cómo ello es posible ya que de hecho nadie da valor al dinero del Monopoly.
  • Mostrar como las pesetas, como antes los maravedíes, hoy valen nada y los euros mañana tendrán el mismo destino. Y el valor que la moneda actual pueda tener hoy es meramente imaginario.
  • Acabar con la esquizofrenia de enfrentarse con el poder del dinero y participar en la dialéctica productor-consumidor.
  • Abogar por relaciones humanas libres de intermediación pecuniaria.
  • Proclamar el carácter fetichista del dinero y la emancipación de su carácter esclavizador.
  • Hacer patente su carácter caduco y atrasado.
  • Combatir su poder negándolo.
  • Hacer ver el poder del hombre sobre el dinero.
  • Despojar al dinero de toda connotación mágica, deseable, positiva y manifestar su carencia de significado, sentido y utilidad.
  • Dejar de conceder, transferir, reconocer valor al dinero.
  • Mostrar la naturaleza artificiosa, totalmente antinatural, inventada del dinero.
  • Demostrar con suma facilidad la arbitrariedad del valor que se ha transferido al dinero.
  • Quemar billetes, romper tarjetas y machacar monedas.
  • Romper con la avaricia de aumentar las cifras ya que los mismos números son guarismos carentes de significado real.
  • Mostrar los perjuicios morales, físicos y de todo tipo que produce la adoración del dinero.
  • Dejar de entender los negocios, no admitir que tengan el menor sentido.
  • Mostrar libertad e independencia absolutas respecto al dinero: se ha de vivir ignorándolo por completo.
  • Desconocer el dinero.
  • Rechazar en todo momento cualquier dinero que se nos quiera entregar.
  • Destruir el que se posea.
  • Descubrir que el esfuerzo por conseguir dinero, la alienación por el trabajo, roba a los hombres sus almas y los convierte en máquinas sin mentes ni corazones.
  • Otra economía, no de mercado, sino del obsequio ES POSIBLE.
  • El auténtico socialismo es enemigo del dinero.